Fue encargada por el empresario José Julio Lissén Hidalgo al arquitecto José Espiau y Muñoz y fue construida hacia 1920 y por entonces llegó a ser reconocida como uno de los mejores palacios de la ciudad. Actualmente acoge la delegación provincial de la Consejería de Obras Públicas y Vivienda. Está ubicada en la Plaza de San Andrés. Lissén, era un personaje enriquecido gracias al comercio de aceite, y aunque se trataba de una remodelación le dio completa libertad al arquitecto para que dejara volar su imaginación.
Espiau reprodujo los mismos modelos que aplicaría en el Hotel Alfonso XIII, que construiría años más tarde.
El espacio se distribuye en tres naves separadas por columnas y arcos que sirven de soporte a la azulejería y que sostienen un magnífico artesonado de tradición renacentista. Julio Lissén empleó todos sus ahorros en la construcción de su palacio, arruinándose poco después. Su viuda no tuvo más remedio que malvender el palacio que quedó en manos de una comunidad religiosa, transformándose en convento. Este edificio fue un derroche de la mejor arquitectura regionalista.
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