La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, junto a la catedral de Sevilla y al Archivo de Indias, en el año 1987, dándose la circunstancia que todos ello tienen fachada con la Plaza del Triunfo y debe ser un caso único el mundo
El complejo se compone de diversos edificios de diferentes épocas. La fortificación original se edificó sobre un antiguo asentamiento romano y más tarde visigodo. Posteriormente pasó a ser una basílica paleocristiana, donde fuera enterrado San Isidoro.
El Real Alcázar de Sevilla empezó a tomar su aspecto actual tras la toma de la ciudad por los árabes en el año 713. Éstos utilizaron sus dependencias como residencia de sus gobernantes desde el 720.
Se amplió con la vivienda de los emires en el siglo XI, también en el siglo XII se siguió fortificando y añadiéndole estancias, y un siglo después los almohades le añadieron más patios y palacios.
Tras la Reconquista de la ciudad, en 1248, el Real Alcázar fue el alojamiento del rey Fernando III, tomándose por costumbre ser hospedaje de los sucesivos monarcas.
El rey Alfonso X el Sabio hizo las primeras grandes reformas creando tres grandes salones góticos. Posteriormente el rey Pedro I hacia 1360, decidió construir el primer palacio de un rey castellano que no estaba protegido tras los muros y defensas de un castillo, y logrando su definitivo aspecto mudéjar que hoy conserva y que aún asombra por su esplendor. El Palacio de Pedro I es considerado el más completo ejemplo de la arquitectura mudéjar en España.
Desde comienzos de la Edad Moderna, la constante vinculación del Alcázar sevillano con la corona de España se constata en continuas transformaciones del edificio que intentaron acomodar su interior al gusto de los nuevos tiempos. Así, se reformó el piso alto del Patio de las Doncellas, que adquirió una fisonomía renacentista de gusto italiano. También se renovaron sus yeserías y se modificaron los arcos de la galería inferior. Igualmente, se construyeron a lo largo del siglo XVI espléndidos artesonados que aún mantenían la estética mudéjar y que no traicionan al primigenio espíritu del edificio; entre estos artesonados destacan especialmente el que cubre el amplio espacio del Salón de Embajadores.
Magníficas aportaciones renacentistas enriquecieron el acervo artístico del Alcázar sevillano, como el admirable altar de azulejos realizado en 1504 por el artista italiano radicado en Sevilla, Francisco Niculoso Pisano y que se encuentra en el oratorio de los Reyes Católicos o el retablo pictórico que se conserva en el Cuarto del Almirante, dedicado a la Virgen de los Navegantes. Este retablo procede de la Casa de Contratación y fue realizado por Alejo Fernández en 1536.
Los monarcas Borbones, en el siglo XIX, dejaron también una fuerte impronta en el Alcázar acomodando espacios en la planta alta del edificio, donde antiguas estancias fueron reformadas y realzadas por decoraciones decimonónicas con tapices, lámparas de cristal de la Granja, relojes, muebles y una notable colección de pinturas.
Al Real Alcázar se accede por la Puerta del León, de estilo almohade a partir de la entrada en el recinto, todo es un conjunto extraordinariamente mezclado de arte árabe y cristiano.
Cruzando la muralla árabe del siglo XII se llega al Patio de la Montería. En el Patio del León se pueden contemplar magníficas filigranas del Palacio de Pedro I. A la derecha se conserva el Cuarto del Almirante, destinado por Isabel la Católica como Casa de Contratación tras descubrir el Nuevo Mundo. En el otro extremo del patio hay unos salones del siglo XVIII, construidos sobre restos de un palacio gótico del que aún se conservan los Baños de María de Padilla, la Capilla y el Salón de Carlos V.
A lo largo de las galerías hay salas decoradas con bellos azulejos y se pueden admirar los valiosos techos mudéjares, desde el vestíbulo se llega al Patio de las Doncellas, una obra maestra del arte mudéjar andaluz.
Las habitaciones reservadas e los reyes están en la primera planta con salas redecoradas en el siglo XVIII. Mención especial merecen también la Sala de Carlos V -conteniendo grandes tapices de Bruselas-, el Salón del Emperador -con azulejos del siglo XV y tapices flamencos- y el famoso Salón de Embajadores, una sala cubierta por una cúpula semiesférica adornada de complicados arabescos dorados.
El terremoto de Lisboa de 1755 afectó al conjunto arquitectónico teniendo que realizarse importantes modificaciones para rehabilitar las zonas dañadas, dándole entonces un toque barroco en el patio del crucero.
En los salones interiores se guardan magníficas colecciones de tapices que narran la conquista de Túnez por Carlos V y que fueron realizadas en el siglo XVIII siguiendo el gusto flamenco. Estos tapices se acomodan perfectamente sobre excelentes zócalos de azulejos realizados por Cristóbal de Augusta a mediados del siglo XVI.
Jardines. Pasear por los Jardines del Alcázar puede ser uno de los paseos más agradables de Sevilla, donde se aúnan caracteres árabes, renacentistas y modernos. Están dispuestos en terrazas, de vegetación verdeantes, multitud de naranjos y palmeras, con fuentes y pabellones donde se respira frescor y quietud; un lugar para el sosiego y el descanso en la calurosa ciudad. Se destacan los Jardines del Príncipe con la fuente de Neptuno, y los Jardines del Naranjal con la fuente del León, y el Pabellón de Carlos V
Desde los jardines, y por su salida, se llega Patio de Banderas, lugar donde se colocaban las banderas cuando se alojaba algún rey en palacio, y que además era una especie de Plaza de Armas del Alcázar.
En la actualidad, cada verano se puede disfrutar de un concierto nocturno en sus bellos jardines. Aparte se puede disfrutar de su belleza arquitectónica. Lo aquí reseñado es solamente un esbozo, y por tanto mi recomendación es que lo puedan visitar para disfrutar de toda su belleza.
Saludos cordiales
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