domingo, 14 de agosto de 2022

RECUERDOS DE LA EXPO-92. Luis Robles Macías

 



Recuerdos de la Expo-92. Luis Robles Macías

El año de la Exposición Universal de 1992 cumplí 16 años. Fue una suerte porque 16 era la máxima edad a la que todavía se podía comprar a precio reducido el pase de día para la Expo. Con ese abono se podía entrar tantas veces como se quisiera, sin límite de días ni horarios. Mis padres me dieron así la oportunidad de disfrutar al máximo de uno de los mayores eventos que se han vivido en Sevilla.

Al cerrar los ojos y recordar aquellos días, me viene a la mente un maremagnum de colores, música, gente: la arquitectura espectacular de los pabellones, la cabalgata que animaba las calles, los espectáculos de luz y sonido.

Algunos pabellones eran auténticas obras de arte, como el de Japón, o contenían exposiciones espectaculares, como el de España. Algunos países traían su folklore, otros su historia, algunos su gastronomía o sus bebidas. En general, los pabellones competían por mostrar lo mejor de cada país o comunidad autónoma o empresa, salvo poquísimas excepciones como el de Estados Unidos que se podía ignorar tranquilamente. También eran muy interesantes los pabellones temáticos dedicados a La era de los Descubrimientos. Fue una pena que uno de los principales, el Pabellón de los Descubrimientos, ardiese dos meses antes de la inauguración.

Lo que causó más furor entre los visitantes fueron los cines, con novedades tecnológicas que nunca habíamos visto. Descubrimos las pantallas envolventes a 360 grados, los efectos en los asientos y las películas en tres dimensiones. Todavía recuerdo la del pabellón de Fujitsu, en la que la 3D estaba tan lograda que no pude evitar intentar tocar el decorado.

Otra atracción que me marcó fueron los conciertos. Había un programa inagotable, con actuaciones cada día en varios pabellones y sobre todo por la noche, en la Plaza Sony, de grupos españoles o hispanoamericanos. Yo hasta entonces habia visto muy poca música en directo, y aquel año me hinché. Recuerdo a Alejandro Sanz, Hombres G, No me pises que llevo chanclas, Duncan Dhu…

Visitantes hubo pocos al principio, en abril y mayo. Luego se fue animando la cosa y en verano llegó la avalancha. Se hacían colas de horas para visitar los pabellones más famosos. Yo pensaba que iba a venir gente de todo el mundo, y en parte fue así, pero la inmensa mayoría de los visitantes resultaron ser españoles. Mientras que en mi mente de adolescente me había imaginado conociendo a chicas holandesas y australianas, acabé charlando sobre todo con familias de Alcobendas y Sabadell.

A pesar de las colas y el calor, reinaba el buen humor. Aquel verano, las Olimpiadas de Barcelona salieron estupendamente. Se tenía la sensación de que España por fin había entrado en la modernidad, que se había puesto al nivel de los otros países de Europa. El día de la inauguración recuerdo ver a Felipe González y al Rey, que se pararon a charlar cordialmente con el público. No había aún la crispación política que nos amargaría años después. Tampoco hubo prácticamente delincuencia en Sevilla aquel año, ni ETA mató a nadie en Andalucía.

Al salir del recinto la última noche, el 12 de octubre de 1992, recuerdo llevarme conmigo esa sensación de satisfacción. Se barruntaba ya, sin embargo, que venía una crisis económica. Siguieron unos años bastante duros, en los que el legado de la Expo no pudo aprovecharse todo lo bien que habría sido posible. Pero esa es otra historia.

Luis Robles Macías

Sevilla, agosto, 2022

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